viernes, 20 de septiembre de 2013

Etapa VIII


Zagreb-Trieste

Conocimos poco de Zagreb, solo unas cuantas calles del centro durante la noche mientras fuimos a cenar, sin embargo la impresión general es fantástica, una ciudad bastante sofisticada y con mucha historia como todas las ciudades de los Balcanes. Cada kilometro que hemos recorrido hacia el norte implica cambios claros  y reconocibles en toda la geografía, las calles, las casas, los comercios, la atención prestada a todos los detalles es impresionante, sin ser ostentoso, ni siquiera lujoso, es la perfecta imagen de una sociedad bien desarrollada, y al cruzar la frontera con Eslovenia lo confirmas aun mas. A lo largo de las carreteras secundarias todas las casa llenas de flores en sus fachadas de arquitectura germánica dibujan paisajes idílicos, enmarcadas por prados verdes con pequeños castillos de techos rojos que afloran sobres los bosques de coníferas centenarias en las colinas.
Incluso las autopistas pagas funcionan por un sistema de confianza en el ciudadano, donde cada quien es responsable de comprar y pegar una pegatina en su vehículo para poder usarlas y nadie chequea al momento de cruzar los peajes que la tengas o no. Esto seria impensable en países como España o Italia.
Ljubljana  sorprende aun mas, con solo unos 270.000 habitantes es la única ciudad de Eslovenia, y su centro histórico está partido a la mitad por el río Ljubljanica con unos bellos paseos a ambos lados del rio llenos de terrazas para sentarse a comer o a beber algo y escoltado por una gran cantidad de edificios del siglo pasado, realmente deliciosa y sus calles me recordaron de algún modo la también hermosa ciudad de Salzburgo. Comimos allí sentados, a las orillas del Ljubljanica un Gulasch fantástico y en otra de sus terrazas tomamos el café y el postre, en una pastelería con un surtido de dulces impresionante y con una decoración vanguardista que contrastaba con el antiguo y hermoso edificio que ocupaba.
Al salir empezaban a caer algunas gotas de lluvia  por lo que apuramos el paso y tomamos la autopista hacia Trieste, al poco tiempo dejamos atrás la lluvia y pronto llegamos a esta bella ciudad del Adriático,  su centro histórico es impresionante pero los alrededores de la ciudad no lo son tanto, enseguida notas que estás en un país latino, donde el caos convive en cierta medida con el orden, o se enfrentan en una interminable batalla y nunca sabrás quien ganará la partida, mientras nos dirigíamos al centro nos topamos con una gran manifestación independentista, parece que esto está de moda en Europa. Paramos en su plaza central a tomar café, descansar un poco y buscar hotel para pasar la noche. Luego salimos a cenar una pizza inmejorable y nos peleamos con los Italianos al tratar de acompañarla con vino, al parecer eso no está dentro de lo posible en Italia, tendríamos que bebernos una Birra como dictan las buenas costumbres de esta ciudad, terminamos riendo a mas no poder cuando Andreas se preguntaba porque no podía ser igual con las normas de conducir, a no, esas si se las pueden saltar a placer pero vino con la pizza, imposible…
Mañana nos toca la jornada mas dura del viaje , trataremos de acercarnos lo mas posible a Roma.

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