Trieste-Perugia
Tostadas francesas
con queso crema y miel y unos croissants rellenos de mermelada, café y zumo en
el restaurante del hotel, treinta minutos mas tarde salíamos de Trieste por la
carretera que bordea la costa y recorre una parte mas residencial de la ciudad,
a la izquierda el Adriático con sus angostas playas de piedra y un pequeño
boulevard donde desde muy temprano se ven algunas tumbonas con gente tomando el
sol, a la derecha algunos comercios sencillos de playa y enseguida la montaña
cubierta de casas con magnificas vistas, en medio de aquello un gran faro se
yergue inmenso dando la bienvenida a Trieste,
decorado con una gran escultura de bronce ya de color verde en su cima. Después
de unos cien kilómetros y en vista de lo lento que avanzamos y lo lejos aun del objetivo del día decidimos
cambiar la ruta hacia la autopista para
avanzar un poco mas rápido, así al llegar a la entrada de Venecia y después de
una corta parada a tomar un bocadillo, la mejor tarta de chocolate que halla
probado y café, nos dirigimos a la autopista y a gran velocidad sin poder ver
nada cruzamos Padua, Ferrara y Boloña, donde si terminamos entramos para una
visita rápida y probar una antigua y recomendada pastelería donde nos sirvieron
un Latte Macchiato y un Canoli que recordaré.
Salimos de nuevo
por la autopista y luego de mas de veinte euros en peajes llegamos a Florencia,
paramos las motos cerca de la plaza del Duomo y caminamos esos pocos metros
hasta la Catedral, impresionante y majestuosa, de inmediato notas que esta
ciudad algún día fue el centro del mundo civilizado, cada esquina, cada calle,
cada escultura y cada edificio lo grita con todas sus fuerzas y no lo puedes
ignorar. Nos entretuvimos tomando algunas fotos hasta el anochecer y fuimos a
cenar a una excelente trattoria al otro lado del Puente Vecchio, dejamos el
postre para un lugar especializado pero mientras caminábamos por aquellas
históricas calles caímos en cuenta de lo
tarde y lejos que aun estábamos de nuestro objetivo del día, Perugia, así que
nos subimos de nuevo a las motos y nos conformamos con el recuerdo del Canoli
que tomamos en Bologna y de la tarta de chocolate a la entrada de
Venecia…
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